Enmendar un error

Por Bremaneur

Se había hecho antes de noviembre. Se seleccionaba a los presos en función de su peligrosidad, a veces tras las delaciones de chivatos que convivían con ellos en las galerías, se les hacía formar, se les daba la oportunidad de pasarse a las fuerzas de la República y luego se les sacaba de la cárcel con permiso de las autoridades, se les subía a un autobús y se les fusilaba a las afueras de Madrid. A partir de noviembre, con Franco a las puertas de la ciudad y el gobierno haciendo las maletas —muchas cargadas con dinero, oro, joyas, etc.—, se decidió que estas sacas se aceleraran y se hicieran de forma masiva. La organización corrió a cargo del Partido Comunista de España junto con organismos gubernamentales republicanos dirigidos por militantes del Partido Socialista Obrero Español.

Hace un tiempo escribí esta reseña del último libro publicado sobre Paracuellos. No caí entonces en una extraña omisión de su autor, Julius Ruiz, que dice:

«El cambio de escenario de los asesinatos es indicativo de un despliegue de recursos humanos como no se había visto aún durante la época del terror. Ya se ha comentado que varios elementos de las Milicias de Vigilancia de la Retaguardia cooperaron con el CPIP y el DGS [sic] en el transporte de presos para su ejecución en Rivas-Vaciamadrid el 4-5 de noviembre. Pero, a partir del 7 de noviembre, todos los milicianos de las MVR (más de mil personas) fueron movilizados para tareas de “evacuación” de reclusos de las prisiones. Actuaban a las órdenes de Federico Manzano Govantes, que había sido nombrado “inspector general” de las MVR el 7 de septiembre».

Este Manzano era un sociata puesto en el cargo por otro sociata, Ángel Galarza, el ministro de la gobernación (el de interior de entonces), responsable político de miles de asesinatos durante la guerra —y de otros episodios oscuros ordenados directamente por él— que fue rehabilitado no hace mucho por Zapatero con la bendición entre otros del historiador Ángel Viñas.

Pero quien tenía autoridad por encima de Manzano era un tipo llamado Lucio de Santiago, miembro del comité provincial del Partido Comunista. Él recibía órdenes de la cúpula del partido y a su vez las dirigía a Manzano. Las milicias de vigilancia que él comandaba conformaron el grueso de los hombres que ejecutaron a las víctimas de Paracuellos y Torrejón y que, además, continuaban deteniendo y fusilando en la ciudad. Por eso es llamativo que Julius Ruiz no lo cite ni una sola vez en su libro. Y me maldigo por no haberme dado cuenta en su día.

Para enmendar el error, hablo hoy aquí de él y traigo una fotografía inédita suya.

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No sé si os habéis dado cuenta de que últimamente Google racanea en la búsqueda de imágenes. Si buscáis a otro de los responsables de Paracuellos, Segundo Serrano Poncela, veréis que apenas hay retratos suyos. Os traigo uno, de una fotografía más o menos conocida, en la que se distingue claramente a Santiago Carrillo.

La imagen es de septiembre de 1936 y fue tomada en el entierro de Fernando de Rosa, un macarroni que había intentado asesinar a quien sería el último rey de Italia, y que tras ser excarcelado fue a España, donde se hizo un nombre en 1934, cuando la revolución antidemócrata, con ganas de matar españoles con ayuda de sus correligionarios socialistas y comunistas. A la izquierda de Carrillo, cogiéndole del brazo, está Serrano Poncela. Y a la izquierda de este, posiblemente Aurora Arnáiz.

(Respecto al enlace de Serrano Poncela, ya os digo que esos no han «descubierto» una mierda en los archivos. La carta fue publicada hace unos años por Horacio Vázquez Rial).